Por qué en Chile


Chile jugó un rol muy importante - desconocido para muchos, especialmente para los chilenos - en la vida de Darwin y en el desarrollo de su teoría. Hay tres razones que ilustran esto con elocuencia.

La primera, porque para Darwin el viaje que realizó en el Beagle alrededor del mundo (Diciembre 1831 – Octubre 1836) fue crucial para establecer su teoría. Dicho viaje, bajo el mando del capitán Fitz Roy, tenía como objetivo realizar mediciones para mejorar la cartografía naval del cono sur de Sudamérica, básicamente los territorios de Argentina y Chile, pues Gran Bretaña, como potencia mundial dominante en la época, requería de ello para desarrollar con mayor fluidez su comercio marítimo y establecer su dominio naval sobre los mares. Por esa razón, aproximadamente durante un tercio de la duración del viaje Darwin estuvo en Chile, como naturalista de la expedición, recorriendo desde Tierra del Fuego, Canal de Magallanes, Chiloé, Valdivia, Concepción, Valparaíso, Santiago, Cerro La Campana, cruce por la cordillera a Mendoza, hasta un viaje por tierra desde Valparaíso a Copiapó, entre otras localidades. Eso se tradujo en que también un tercio de los capítulos de su libro “Un naturalista alrededor del mundo” se refieren a su estadía en Chile. Fue ese viaje el que permitió a Darwin realizar la profunda reflexión que lo llevó a formular su teoría de la evolución por selección natural y ese viaje ocurrió de manera particularmente notoria en Chile.

La segunda razón, algo más especulativa, es que probablemente su paso por Chile fue la antesala para consolidar su visión de que el mundo no podía seguir pensándose de manera estática, sino que era necesario comprenderlo de manera evolutiva. En esa época, hablar de evolución del mundo biológico era arriesgado, porque la concepción bíblica de la creación del mundo era la imperante. Aunque su abuelo Erasmo había hablado de ello décadas antes, y Lamarck había desarrollado su propia teoría, ninguna de ellas resultó acertada, y el resto del debate al respecto consistía en discusiones muy preliminares, llevada por personas aisladas, sin evidencia científica, y que no había logrado acumular una visión de conjunto. En cambio la geología, que era una de las ciencias de moda - la física clásica ya había alcanzado un brillo y la geología era una consecuencia de ella – tenía entre sus máximos exponentes a personas que hablaban de evolución de la corteza terrestre (Charles Lyell entre los más destacados), cuya evidencia estaba dada, entre otras cosas, por las capas geológicas observables a simple vista. Pero la evolución geológica era, para un inglés como Darwin, un concepto más bien teórico, si se le observaba desde la placidez e invariabilidad de la campiña británica.

En cambio, durante su visita a Chile , Darwin tuvo la oportunidad única de observar desde Ancud la erupción del volcán Osorno, el 19 de Enero de 1835, de verificar con sus propios ojos las modificaciones del terreno que produjo el terremoto de Concepción, el 20 de Febrero de ese mismo año - levantando zonas previamente sumergidas, lo que ilustró de manera gráfica el concepto de evolución del que tanto hablaba la geología -, de observar cómo glaciares caían al mar generando gigantescos trozos de hielo, o de admirar fósiles marinos en la cordillera, mudos testigos de la elevación de montañas que estuvieron previamente bajo el mar. Esa experiencia vivencial más que intelectual, probablemente consolidó en Darwin la convicción de que la variación geológica - que la geografía chilena le mostraba en toda su majestuosidad e imponencia - debería estar acompañada de una evolución biológica que explicara la biodiversidad observable que tanto lo maravillaba.

Es muy posible, entonces, que el paso de Darwin por Chile haya sido muy relevante en la construcción de su teoría, como un necesario punto de apoyo previo sobre el que construir su pensamiento evolutivo.

La tercera razón es más bien anecdótica, pero no menos interesante, y tiene que ver con un “chileno”, habitante de Tierra del Fuego en esa época: Jemmy Button. El capitán Fitz Roy debió hacerse cargo del Beagle en Diciembre de 1829, luego que su comandante hasta ese entonces, Pringley Stokes, se suicidara, producto de una profunda depresión que le sobrevino, posiblemente gatillada por las dificultades climáticas de la zona que le impedían realizar de buena forma la misión encomendada por el Almirantazgo británico. Para completar la tarea inconclusa de Stokes, el almirante Otway (en cuyo recuerdo uno de los senos en la zona del canal de Magallanes lleva su nombre), basado en Río de Janeiro y responsable de las misiones cartográficas británicas en esta parte del mundo, nombró al joven teniente de 23 años, Robert Fitz Roy, en su reemplazo. (Incidentalmente, quien pretendía el cargo era el segundo de a bordo del Beagle, el teniente Skyring, en cuyo recuerdo se nombró al otro seno ubicado en la zona del estrecho de Magallanes).

Debido a las dificultades que presentaban los violentos temporales, Fitz Roy debió hacer uso de sus botes balleneros, evitando así lo ineficiente que podía ser movilizarse siempre en el Beagle. En una de esas misiones, los nativos del lugar robaron uno de los botes, estando éste en la playa y sus ocupantes explorando las zonas interiores. Como era muy importante recuperarlo, Fitz Roy comenzó una persecución de los posibles autores del hurto, durante la cual tomó y soltó como rehenes a varios fueguinos, para forzarlos a entregarle pistas respecto de su eventual ubicación. Luego de un mes de esfuerzos, se convenció que no sería posible recuperar el ballenero, pero se encontró que tenía cuatro rehenes a bordo, Fueguia Basket, Jemmy Button, York Minster y Boat Memory (en recuerdo del bote robado), nombres que los ingleses les habían asignado a esos nativos.

Fitz Roy, un aristócrata culto, refinado y con una gran inclinación científica, decidió que en vez de devolver los rehenes a su lugar de origen los convencería para participar en un experimento social, que consistía en llevarlos a Inglaterra, educarlos en el modo de vida europeo, y devolverlos luego de algunos años a su tierra para que, a su vez, ellos “civilizasen” a sus congéneres. Boat Memory murió de viruela a poco de llegar a la isla británica, pero Fueguia Basket, de unos 10 años, Jemmy Button de unos15 años y York Minster, de unos 25 años, con fondos del propio Fitz Roy, fueron entregados al cuidado y preparación de profesores conocidos de éste apenas llegaron a Inglaterra, a fines de 1830. El experimento causó gran revuelo en la sociedad de la época, e incluso la Reina Adelaida los recibió. Sin embargo, a los pocos meses, York Minster comenzó a acosar sexualmente a Fueguia, lo que provocó gran ansiedad en Fitz Roy, pues un escándalo como ése en la Inglaterra victoriana podía enlodar su reputación, especialmente si para realizar este experimento no había solicitado permiso formal al Almirantazgo. Eso lo llevó a adelantar en dos o tres años la vuelta del Beagle al sur de Sudamérica – la prospección cartográfica no había sido completada -, para devolver a los fueguinos a su tierra lo más rápido posible, por lo que debió preparar su salida para fines de 1831, menos de un año después de haber vuelto. Para este nuevo viaje decidió que requería de un naturalista a bordo que recogiera la riquísima información que el viaje iba a generar y además porque le serviría de compañía intelectual durante las largas jornadas en el mar. El hecho de que Fitz Roy adelantara el viaje para llevar de vuelta a su tierra a estos “chilenos”, que la posteridad ha recordado especialmente en la figura de Jemmy Button, fue crucial para que fuese Darwin, y no otro, el naturalista acompañante. De haberse mantenido el itinerario original de Fitz Roy para 1834 - 1835, es posible que Darwin no hubiese estado disponible para ese momento, no hubiese realizado el viaje en el Beagle, y podemos especular que quizás no hubiese tenido los largos momentos de reflexión y observación que ese viaje le otorgó, y que fueron fundamentales en la formulación de su teoría de evolución por selección natural.

Por esas tres razones, de distinta fuerza y calibre, Chile ocupa un lugar tan destacado en la vida de Darwin, y por eso resulta tan atractivo que nuestro país sea la sede de los seminarios internacionales que estamos organizando.